TOPÓNIMOS



Naturalmente nombrados: “De los topónimos de nuestros pueblos”


Cuando uno mira el mapa de la provincia de Granada y se pone a comprobar el porqué de los nombres de nuestros pueblos, se sorprende con la gran cantidad de historias que tienen esos topónimos.
Como amante de la naturaleza, he tenido siempre curiosidad por aquellos que hacen alusión al medio natural, y he encontrado muchísimas referencias, si bien no todas lo suficientemente documentadas, he querido plasmar aquí, aquellas más llamativas, curiosas o “emotivas”.
En ocasiones nos encontramos con nombres que hacen referencia a plantas que abundan o abundaron en su época, así  Alamedilla, debe su nombre a la abundancia de álamos o a la presencia de alamedas. Albolote derivado de al-Bulut, que significa encinar. De la existencia de sauces, un árbol de ribera que los romanos llamaban sancinus y que posteriormente dio lugar a la palabra salix, procede el nombre de Chauchina. Pinos Puente, Pinos Genil, o El Pinar, sobra decir, a que árbol hacen referencia. La abundancia de viñas origina el nombre de Albuñol, o la hoja de esa misma planta, el pámpano, hace que se nombre en la Alpujarra a la localidad de Pampaneira. Moraleda de Zafayona fue bautizada así por la presencia de moreras. El arrayán o mirto, permite la denominación del pueblo alpujarreño de Murtas. Rubite se cree derivado del término rubus (zarzamora), o Torvizcón procedente del arbusto conocido como torvisco. Incluso Sorvilán, bosque de serbos o azarolos. Y qué decir de Granada, que algunos investigadores hacen proceder del término latino  granatum, granado.
Otras veces esos nombres hacen referencia a temas relacionados con la agricultura, como todos aquellos que se acompañan de la fértil Vega de Granada, como Cenes, Churriana, Cogollos o Huétor. Otras veces esos topónimos nos hacen pensar en la fertilidad que tienen o un día tuvieron esos lugares, como Freila,  original nombre que procede de una diosa musulmana de la fertilidad (Froyla), Albondón, cuyo nombre hace referencia a una época de mayor esplendor, gracias a la agricultura (el buen don) o Bérchules, , vergel, para los árabes. Alguna vez nos encontramos con topónimos referidos al cultivo de determinadas especies, como en Jerez del Marquesado, que antiguamente cultivaba la vid y fue llamada Xeris, o Dúrcal, la Quasb árabe, vocablo que alude al cultivo de la caña de azúcar. También existen pueblos que nos hablan del propio campo de labor, como Dehesas de Guadix o Dehesas Viejas o el mismísimo Agrón, cuyo propio nombre significa campo. La huerta de la provincia también se refleja en nuestros pueblos, así Guadahortuna, procede de la voz árabe guad, río y del latín hortus, huerto, por lo que su topónimo significa río de los huertos.
Topónimos que aluden al agua, existen otros tantos, entre ellos, tenemos El Padul, procedente de palustre o lugar pantanoso, o Huélago, un topónimo de los más curiosos, que significa “fue lago”, haciendo alusión a una pequeña charca que en épocas anteriores quizás fue algo mayor. Y en cuanto al nacimiento de aguas y fuentes, encontramos localidades como Alhama de Granada (aguas de baño), Deifontes (lugar de fuentes) o Lanjarón (lugar abundante en aguas), incluso Láchar cuyo nombre hace pensar en la presencia de alguna fuente de buenas aguas que abasteciera a la población, si bien otros más románticos hablan de un topónimo que significa “Luna Bella” (me gusta más esta segunda acepción). Luego aparecen pueblos cuyo nombre procede de otro estado del agua, la nieve, como Nevada o Nívar.
El relieve y la orografía de la provincia, también ha sido propicia para nombrar a nuestros pueblos, de este modo encontramos alusiones varias, a cerros o lugares elevados, como Alquife del latín ciphus o el cerro, o Capileira, cuyo nombre significa “el lugar más elevado”, también Cúllar tiene este origen, pues se traduce como terreno elevado. La presencia de cuevas cercanas, también ha sido utilizada en este trabajo de ponerle nombre a los lugares, Algarinejo viene del árabe al-Garín, las cuevas, y que me dicen de Cuevas del Campo. Otra recurrencia en esto de nombrar son las piedras de un lugar, como ocurre en Lújar o en La Peza, el primero significa grandes piedras (Sierra de Lújar) y el segundo procede de lápice es decir piedra. A veces también se usan yacimientos mineros cercanos como en el caso de Ferreira o Lanteira, hierro (ferrum) y plata (argentum), respectivamente.
Cijuela, pequeña llanura, Jete, orilla o ribera, Zagra, peña o tajo, Gor, valle, Almuñecar, rodeada de montañas, o Huéneja, que se traduce como lira, en alusión al arco de noventa grados que forma el tajo a cuyos bordes se asoma la localidad, son otras localidades, que nos dan una idea, con sus nombres, de su relieve. Los terrenos salados, también aparecen en nuestra provincia, basta nombrar dos lugares, La Malahá, “las salinas” o Salar, debido a la existencia de una industria salinera, hoy desaparecida.
He dejado para el final, el que para mí es el topónimo más curioso o emotivo de nuestra provincia, el de Lugros, procedente de lupus, lobo, animal que debió de ser muy abundante en esas tierras, hoy ya no.
Juan Fernando Cañadas Caldito